Visualizar una buena ola con el olfato, la intuición y antes de que se empiece a formar, tiene sus pros y sus contras, pues los pioneros, son los mismos que tienen las grandes caídas y revolcones. Estoy surfeando la ola del ahora famoso “Propósito” desde hace unos 7 años (pocas veces me siento tan orgullosa de tener casi 40). Me ha sucedido antes, con la de la Responsabilidad Social en 2008, cuando aún se pensaba era algo de fundaciones o donativos y lo económico, para muchos era un tema aislado de lo social y ambiental.
Ser valiente también tiene una ventaja: da tiempo de tomar aire y observar (sentado un rato en la arena, contemplando el amanecer), mientras el grueso del mundo despierta. El reto consiste en distinguirnos, pues de la nada surgen los astutos. Esos que se adueñan de los términos y conceptos porque es algo que suena bien, es cool y “vende”, pero no estoy segura si realmente garantizan la transformación sostenible de personas o empresas.
Como evidentemente no soy ni la más valiente ni la primera, admiro a quienes se han atrevido a surfear temas del alto riesgo (por no ser prioritarios en la “mente” del consumidor o medibles). Dedico este primer artículo a esos autores con los que afortunadamente me tropecé cuando intuí que conocer el propósito y dedicarnos a lo que más nos mueve en la vida (que tampoco es nada nuevo pero parece que hace falta volver a los basics), pasaría a ser tan esencial como ponerle sal a cualquier cosa que cocines, en una empresa o en un proyecto personal.
El primer acercamiento fue a través del libro “El elemento”, de Ken Robinson. Me quedé flechada con la idea del estado de “Flow”, un estado mental que ocurre cuando estás haciendo algo y el tiempo se relativiza, se expande o simplemente desaparece (podría decir que sientes que sales del cuerpo y muchas veces, dudas si la idea que llegó, es tuya o te la dictó alguien más). En ese momento, no hay público ni escenario. Eres tú o alguien que crees que eres, quien está haciendo algo que, curiosamente, no se siente como un “trabajo”. Lo segundo que resalto, es que te relata primero una historia sin nombre, donde parecía que ese alguien estaba destinado al fracaso, su vida fue motivo de burla o bullying, y luego, asertivamente, devela el desenlace de la historia de éxito: ese fue el escritor de los Simpsons o el baterista de un grupo famoso de rock. Alucinante.
Esas historias de autenticidad rotunda (esos que no hacen caso a lo que otros piensan) y perseverancia inagotable (esos que superan obstáculos aunque el camino parezca imposible), me llevaron a comprarle la idea a Sir Ken de que todo recae en que tenemos un sistema educativo obsoleto. Hasta hoy, esto limita y frena a muchos talentos de encontrar su “elemento” más fácilmente (paras quienes lo encuentran claro, pues nadie escribe un libro de los millones de personas que no lo encontraron y llegan a odiar sus vidas o sus trabajos bajo la creencia del sacrificio y de que no tienen otra opción).
Unos años después, conocí a un experto en estos temas que trabajó muchos años en un corporativo multinacional (que le dió la “carnita” y experiencia suficientes) y creó una metodología de Liderazgo extraordinaria. José Luis Quintero, ya tenía más de 12 años subido a la ola. Lo más destacable, es que logró desmenuzarlo en tres posibles propósitos: el individual, el profesional y el que se construye en pareja. Confieso que los dos primeros no me costaron mucho tiempo ni intelecto poner en palabras y comenzar a aplicar, pero el de pareja (que era mi talón de Aquiles) fue más retador. Les comparto una anécdota personal.
- ¿Cuál es el propósito, para qué o cuál es la razón correcta para tener pareja? – le pregunté en un correo con cierto tono de desesperación.
- La única razón válida para tener pareja es crecer mejor y más rápido gracias a la existencia de la pareja en tu vida. La declaración es más o menos así:
“Sabiendo que yo puedo ser feliz sin pareja,
y sabiendo que tú puedes ser feliz sin pareja,
y sabiendo quién soy yo y en quién me quiero convertir,
y sabiendo quién eres tú y en quién te quieres convertir,
tú eres por y con quien estoy dispuesto(a)
a convertirme en la mejor versión posible de mí mismo(a)”.
Interesante ¿cierto? Confieso que he vuelto a ese correo más de una vez en los últimos 4 años.
Adentrándonos en el propósito de vida o individual, que por supuesto, tiene relación con los otros dos y debe ser un camino auto-gestionable (sin quitar mérito a mi función y a esas sesiones en las que siempre me quedó con un subidón de energía brutal), quiero plasmar los componentes esenciales y despejar dudas sobre lo que percibo está ocurriendo en la cresta de la ola y a veces, confunde.
- Responde a la pregunta: ¿Por qué o para qué hago lo que hago?
Otro gran referente en el tema, Simon Sinek, nos habla en uno de los TedTalk más vistos y en sus maravillosos libros, del WHY (el por qué) en el centro de la fórmula del círculo de oro. No tiene desperdicio ni un segundo de ese video, que también confieso me aprendí de memoria. Con estas bases y sumado a otros métodos, fórmulas y filosofías que he indagado, he comprobado en la práctica, que sin importar la vía, podemos llegar al mismo lugar. El ingrediente clave eres tú, las ganas que tengas para encontrarlo y la voluntad para asumir el riesgo necesario.
Puede pasar que buscando ese para qué o por qué caigamos en la trampa de quedarnos nadando en la teoría, al no ser algo comprobado científicamente o que roza la espiritualidad. El escepticismo, el cuestionamiento de los métodos y el juicio personal hacia “el éxito” en la vida de sus creadores, sólo evidencia cuánto nos resistimos a cambiar, confiar e ir más allá de lo que creemos posible.
A nivel teórico, el proceso se puede simplificar en:
- Enlistar aquello que más emoción y entusiasmo te genera dar, enseñar o hacer en tu vida. Recordar qué hicimos hace años y nos llenó de satisfacción o dejamos de hacer por miedo al fracaso y al rechazo. ¿Cuándo decidimos hacer algo por dinero, por cumplir expectativas de otros y una aparente “necesidad” cuando “no había otra opción”? Y hacerlo así, no nos trajo los resultados esperados. Estos son elementos esenciales para empezar a desnudarnos y acercarnos a definir el misterio detrás del gran propósito.
La mayor confusión que he visto y que desata otra ola dentro de esta, es el grado de presión que les genera a algunas personas enfrentarse a la idea de que tienen un único y exclusivo propósito en su vida, pues sienten que deben decidir algo definitivo y trascendental, cuando aún creen que no están listos o en capacidad de hacerlo.
Ninguna de las percepciones anteriores es útil, sigue siendo otra forma de posponer lo que dentro de nosotros siempre ha estado más claro que el agua, aunque hemos sabido esconderlo bien (más o menos conscientes de ello). Por eso la segunda etapa es la más importante, la de surfear tu propia ola, donde ya no suele haber un coach o un cheerleader a tu lado, pues se supone que estás encaminado. Nos frenamos cuando aún no hemos podido distinguir claramente entre un proyecto y un propósito. El propósito es sólo uno, los posibles caminos y proyectos para alcanzarlo, infinitos, pues surgen de la capacidad creativa de cada individuo.
2. ¿Entonces si no es una idea o un proyecto, qué es? Es una razón y una intención. Una visión profunda, por momentos intangible (porque la confianza es la sal en esta receta), que rige cada movimiento y paso que damos. Es el motor que nos empuja hacia adelante, pero que si no conocemos de qué está hecho y lo imprescindible que es para ser “felices”, nos quedamos accidentados en plena carretera y sin herramientas para repararlo.
Viéndolo así, es imposible que esto genere presión o confusión, sino unas ganas incontenibles de empezar a vivirlo en este mismo instante.
3. ¿Qué es lo que no cambia de un propósito si todo en la vida cambia constantemente? Lo que más emoción nos causa hacer y ver materializado hacia las personas con las que más conectamos y nos complementamos (sí, comienza como un sueño e impacto deseado). ¿Y cómo puedo saber qué es o a quiénes me emociona más llegar? Escribe esas cosas que estás dispuesto a hacer con o por alguien, sin importar lo que te cueste en tiempo, ni si obtienes ganancias de ello, ni si te lo aplauden o no. Describe ese momento cuando brillas o has brillado, así haya sido a los 14 años.
4. Luego, el reto final será distinguir los colores intensos de la gama de grises. Puede que seamos muy buenos en algo, nos guste suficiente y nos genere resultados en relación al proyecto (dinero, estatus, estabilidad, etc), pero si sigues sintiendo dentro de ti, en tu conversación con la almohada, que falta algo, no estás ahí todavía, sólo te has acercado y la vida te demanda (bajito primero y con los años, a gritos) ir al siguiente nivel o cambiar bruscamente de dirección. Son pocos los que tienen la suerte de encontrarlo a temprana edad y es importante recordar que no hablamos únicamente del trabajo que genera ingresos, estos grises abarcan también las relaciones personales y su propósito detrás.
5.¿Puedes diferenciar entre algo o alguien que te gusta y aquello que te encanta, te eleva y te da una satisfacción imposible de calcular? Ahí está la respuesta. Recomiendo escribir lo más posible cuando quieres adentrarte en este proceso y priorizar (pregúntate cuáles son tus elementos negociables y cuáles no lo son). Es una herramienta infalible para ordenar ideas, poder conocerte disociado de ti mismo y limpiar tu mapa mental, probablemente contaminado por voces ajenas y el entorno en el que creciste.
Ser una historia para contar en un libro o un ejemplo a seguir por otros, dependerá de cómo gestionamos nuestras emociones mientras nos acercamos o nos desviamos del camino que un día encontramos y escribimos en un texto muy inspirador llamado “Mi propósito de vida”. Y para hacerlo redondo, debemos incluir en la fórmula nuestra responsabilidad individual en llevarlo a cabo, huyendo de la posición de víctimas cuando no hemos alcanzado las metas aún (por las razones que sea).
Hasta aquí el primer acercamiento a la idea de la que tanto se habla hoy y percibí hace falta partir en pedacitos para comprenderla mejor. En el siguiente artículo compartiré ejemplos de propósitos personales y de marcas, casos de éxito y de fracaso (de los que no se habla) para poder ubicarnos mejor en el espectro de esta ola maravillosa, que llegó para quedarse.
Cualquier comentario o pregunta, házmelo saber y encontraremos la respuesta (para ti o para mí, que es lo mismo).
3 Comments
by Vicente Rodrigo Bosch
Excelente articulo , me fascino sobre todo el proposito que se construye en pareja , generalmente no vemos que el otro es nuestra mejor oportunidad de crecer , ahora que lo se no tengo excusa , jejeje.Te felicito.
by Xavi
Esta muy interesante el archivo. Gracias
by Tessa
Brutal! Súper bien explicado. Con ganas de poner en práctica los puntos 🙂