Se pierde
entre voces feroces
princesa de nada.
Huye de mercaderes
y fotos de cera,
camina tentada.
Noctámbula
entre sábanas de lágrimas
heridas de cal
maquilladas de arena
inevitables, despiertas, ajenas.
Se sumerge,
corrían dormidos
tras alas inertes,
carrera de ciegos, suspendida.
Inocente oruga
libre de amos,
pacta con el tiempo perdido,
quién lo diría.
Se detiene,
espejos y poetas sacian la duda,
melodías y versos silentes,
inmunes al odio
funden máscaras vanas,
curan sin nombre
la tos de su alma.
Se pregunta
qué toca, quién llama
puerta abierta a patadas
emoción sin guión
sonríe entre copas
borracha de soles,
contagia reinos sin fronteras.
Se rinde.
encoge los hombros cargados,
bañada en perfume
de hojas y troncos
descubren era sólo agua,
todos se salvan.
Se eleva,
camina sin corona
y pies remendados
abdica la falda
gritan reyes de la culpa,
¿Por qué no calla?
toman su mano valientes
soldados sin armas.
Se reconoce.
Resurge impoluta
lavó con agua salada
la ropa heredada
que arañaba.
Vestida de estrellas
revela aquella sombra,
es pero no es,
reina de corazones.