Después de dar unos cuantos saltos personales y profesionales, a punto de cumplir 40 vueltas al sol, la experiencia me dice que se me da bien guiar a otros para superar dificultades y planificar u “ordenar” su vida. Y por lo que me dicen, parece que logro inspirarnos y atrevernos a soñar en grande.
Me he cuestionado quién soy más de un millón de veces, lo que me llevó a no creerme nada de lo que dicen, ni mucho menos lo que me dicen algunas voces internas (sí, las que fastidian y sabotean). Si lo hiciera, dejaría de aprender y escuchar atentamente, de verme como una eterna aprendiz/alumna o en el peor de los casos, tiraría muchas ideas a la basura.
Mientras me preguntaba y lidiaba con las múltiples voces, con la idea querer “estar mejor” y descubrir los beneficios del silencio a través de la meditación, nació una necesidad imparable de compartir lo que estaba encontrando con todo aquel el que parecía tan perdido, como yo.
Transitando esa búsqueda profunda y filosófica, me he preparado y tropezado de mil formas posibles con lo que tengo y lo que me falta. He intentado recrear ese proceso “ideal” en la propia piel y poner a prueba todo lo que llega a mis ojos e intuyo nos puede impulsar a romper paradigmas, crecer, sonreír, vivir plenamente y en abundancia.
Confieso que mis máximas satisfacciones en la vida, se encuentran resumidas en esos tres párrafos.
Mi intención es crear un vínculo de confianza, que puede ser este espacio, una conferencia o tomando un café frente a frente. Lo importante es que voy, y si gustan, vamos a desnudarnos desde nuestras emociones y sentimientos más honestos, los que nos acercan y no nos distinguen por colores ni por los personajes (esos que nos hemos inventado y sirven, pero no serán protagonistas por aquí).
Lo que sucede cuando nos quedamos expuestos (aunque sea un ratito) con el alma al aire, abriéndonos a una mayor consciencia individual y colectiva, como protagonistas o testigos de historias, es una conexión real y liberadora. Es lo que creo es urgente llevar a la luz en el mundo, en un sistema vencido que separó la ciencia de lo espiritual, el trabajo de la familia y las emociones de la medicina (cosas insólitas que también nos inventamos). Mientras más invirtamos en en dejar de dividir y clasificar, aceptando que somos cuerpo, mente y espíritu, aunque no lo comprendamos del todo, nos alejaremos del miedo, la frustración y el resentimiento.
Creo firmemente que en esencia nada nos distingue. Todos los seres humanos (y vivos) luchamos por vencer el miedo a través de lo que entendemos por “amor”, ambos conceptos valiosos pero intangibles, que intento llevar a la práctica cada día.
Por esto, tampoco creo que existe una fórmula, un método, una teoría, una disciplina, una religión o un camino mejor que otro. Encuentro fascinante explorarlos todos (si me da tiempo) y a eso me dedico, a ponerlos a prueba y a intentar evitarles algunos tropiezos y desvíos a quienes comienzan ahora o quieren ampliar sus opciones, poniendo sobre la mesa mi experiencia personal y profesional.
Este blog tiene la intención de compartir contigo lo que he ido encontrando en una búsqueda que comenzó desde niña, pero que pasó a ser mi misión de vida cuando a mis 21 años, experimenté mi primer encuentro de frente con la muerte, que lo cambió todo en un instante. Ha sido el motor de búsqueda y de cómo reencontrarme conmigo misma y con la vida (como un google existencial).
En mis 30, pasé siglos de momentos tratando de balancear creencias y sentimientos encontrados alrededor de “hacer algo para ganar dinero” y ” hacer lo que me más me gusta”. Ese otro trayecto, al que ahora puedo ponerle nombre y apellido (descubrir tu propósito de vida), también me trae hasta aquí, a escribir. Un sueño postergado, relegado a pasatiempo y dejado de último en la lista, hasta hoy.
Creo que aún no sé nada, ni soy lo que dicen que soy. Sólo hago lo que quiero hacer, para vivir la vida que quiero vivir (acompañando en persona, por aquí y por donde la vida nos inspire, a quienes quieran recorrer este camino conmigo).
El camino a casa (de vuelta al SER).